EL
SALVADOR: LA REVOLUCIÓN NO TÉRMINO EN 1992
Rudis
Yilmar Flores Hernández
Sociólogo,
Profesor de la Universidad de
El
Salvador, San Miguel, C.A
Correo: ryflores.ues@gmail.com
A diferencia de muchos procesos revolucionarios en el
mundo, la gran revolución rusa del 17 de
octubre de 1917, la revolución China de 1949, Cuba en 1959, Vietnam 1975 con
una derrota humillante del imperialismo, Nicaragua 1979, todas tuvieron como
característica la toma del poder por la vía armada, lo que permitió generar
cambios profundos en las estructuras de poder de todas estas sociedades e
instalando el modelo socialista que en algunos países fracaso y en otros como la
revolución cubana siguió siendo el referente para muchos movimientos
revolucionarios en América Latina.
En El Salvador la década de los años 70s ve nacer los
movimientos revolucionarios en El Salvador que conducirían los procesos de
lucha armada y un amplio movimiento de masas conformados por campesinos, clase
trabajadora, estudiantes, mujeres organizadas, que emprendieron la batalla
contra la represión de las dictaduras militares y por la conquista de mejores
condiciones laborales.
La concentración de poder en pocas manos, la
excesiva acumulación de riqueza por las 14 familias y la indiferencia a los problemas
sociales de grandes masas de población se tradujeron en los detonantes de las
inmensas formas de lucha de los campesinos, estudiantes, obreros, por la
conquista de mejores condiciones de vida tanto en el campo como en la ciudad.
En la
década de los 80s la guerra de guerrillas se expandió por todas las ciudades, y
la acompañaba el movimiento de masas con capacidad de librar
las batallas en las fábricas, las calles, barrios y colonias permitiendo
cualificar la lucha revolucionaria, alcanzando un equilibrio militar, que
políticamente significo la existencia de un doble poder, convenciendo a los
norteamericanos de la necesidad de negociar el conflicto ante la incapacidad de
la Fuerza Armada de El Salvador de derrotar militarmente a un pequeño ejército
guerrillero.
Después de los acuerdos
de Paz en enero de 1992 firmados por los actores políticos en conflicto (Gobierno de la república y el Frente
Farabundo Martí para la Liberación Nacional) dieron apertura al gran reto que debían asumir las
fuerzas insurgentes como organización política. Fue el capítulo inédito de la
historia salvadoreña convocar a elecciones abiertas para que ex guerrilleros
participaran en la disputa electoral, con muchas trabas, limitantes y sin
andamiaje institucional, sin embargo en 1994, un par de años después ingresaban
a la contienda en el campo político para competir con el candidato más fuerte de
derecha de la Alianza Republicana Nacionalista-ARENA- Armando Calderón Sol.
Un elemento importante en el análisis
de las últimas décadas del principal instrumento político de la oligarquía es
que durante los cuatro periodos de gobiernos areneros desde 1989 hasta el 2009
se produjo una corrupción prolongada, un desgaste como instituto político a
partir de la implementación de políticas económicas que lejos de resolver los problemas más sentidos de la
población los agudizaron (neoliberalismo,
privatización, dolarización, TLC).
Claro está que durante más de un siglo los oligarcas construyeron un
poder político y económico de la estructura salvadoreña que les permitía
consolidar su dominio, ya sea a través
de los procesos de expropiación y de
acumulación de cantidades de riqueza en detrimento de las condiciones de la
clase trabajadora mediante la concentración del poder del Estado que obedecía a
sus intereses bajo la complicidad de las dictaduras militares que hasta la
finalización del conflicto armado con los acuerdos de paz en 1992 dejaron de
ser los guardianes de los intereses del bloque oligárquico.
Ante la pérdida de considerables cuotas de poder
político como el ejecutivo, desde el 2009, no tener mayoría simple en el
congreso y sus contradicciones internas la estrategia de los tecnócratas
contratados por ARENA sigue anclada en la guerra fría y su lucha ideológica se
fundamenta en fomentar el miedo tomando como bandera de lucha el tema de las
pandillas en El Salvador y planteando la desaparición de dicho fenómeno,
olvidando que durante los 20 años de gobiernos de derecha este sufrió una
mutación, convirtiéndose en el principal problema social que agobia a los
salvadoreños y que requiere una solución
multisectorial, la crisis provocada por la derecha venezolana y la política de agresión para América Latina, vendiendo
la idea que estaríamos igual que en Venezuela si gana el FMLN.
Hoy en día las batallas se libran en los procesos
electorales entre los dos proyectos, el liderado por la derecha que nos ofrece regresar a las recetas
neoliberales y al viejo sistema de preferencias de los grupos de poder económico
perdidos desde el ascenso del FMLN al órgano ejecutivo desde el 2009 y el
proyecto histórico de la izquierda que tiene a su base los objetivos
preferenciales por los pobres y que se
evidencian en las políticas públicas orientadas sobre los programas sociales
que benefician a los sectores más desprotegidos de la sociedad salvadoreña.
Frente a una derecha involucrada en el terrorismo
internacional apoyando procesos de desestabilización y golpes de estado en
países con gobiernos electos democráticamente y que no representan los
intereses de las transnacionales, de los norteamericanos y de la clase
oligárquica será importante diseñar nuevas estrategias de lucha política y
organizativa, construyendo poder popular que permita defender lo conquistado.
La derecha participa de los procesos electorales; y
al no tener el control como en el pasado del máximo organismo electoral
deslegitima las instituciones, adopta nuevas formas de manifestarse, se
moviliza aunque en pequeñas cantidades de gente simpatizantes de ARENA en las
calles que históricamente son los campos de batalla de la clase trabajadora,
buscan crear desestabilización.
En la guerra los espacios conquistados se defendían
a sangre y fuego y siempre seguían siendo territorios liberados; por ahora cada
espacio político conquistado hay que defenderlo, los campos de batalla están en
cada una de las instituciones donde se encuentre un militante del FMLN y desde esa trinchera hay que defender el
proyecto histórico para la construcción de una sociedad con mejores condiciones
de vida para los más desposeídos, la revolución no termino en 1992, ahora
enfrentamos a una derecha que también esta una lucha permanente por regresar al
poder del ejecutivo y reconquistar lo perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario