El Salvador: Sistema de Partidos Políticos y
Reformas Electorales
Rudis Yilmar Flores Hernández
Profesor
Investigador de la Universidad de
El Salvador, San Miguel, C.A
Correo: ryflores.ues@gmail.com
RESUMEN
La historia de El
Salvador desde a mediados del siglo XX, se manifiesta por un largo periodo de
profundos conflictos políticos, económicos y sociales, que lo llevaron a la
confrontación armada, por la falta de democracia y de espacios políticos que
reflejaban la falta de participación política de la sociedad civil. Las dictaduras militares fueron durante
muchos años la forma de gobierno impuesta bajo la represión. La lucha de los
movimientos sociales obligó a los militares a generar cambios en las estructuras
políticas, pasando a conformar una dictadura militar orgánica, vinculada a los
partidos de derecha. La constitución de la República de El Salvador creada en
1983, le da vida a un sistema de partidos excluyentes y que no garantizan la
participación de la sociedad civil, por lo cual se plantea la necesidad de
generar reformas electorales, que democraticen el sistema político electoral.
Este artículo presenta
una reseña de la constitución del sistema político partidario desde las
dictaduras militares, hasta las reformas electorales dictadas por la sala de lo
constitucional en el transcurso del 2010, que tienden a la modificación del sistema de
partidos políticos.
Las referencias tomadas
en consideración para la elaboración de este trabajo tienen a su base el
planteamiento de especialistas en temas político electorales y en la normativa
jurídica electoral, como es el Código Electoral.
Palabras claves:
partidos políticos, sistema de partidos, contexto jurídico, reformas
electorales.
ABSTRACT
The history of El Salvador since the
mid-twentieth century, manifested by a long period of deep political conflicts,
economic and social, which led to armed confrontation, lack of democracy and
political spaces that reflected the lack of participation civil society policy.
Military dictatorships were for many years the form of government imposed under
repression. The struggle of social movements forced the military to bring about
changes in political structures, from military dictatorship to form an organic,
linked to right-wing parties. The Constitution of the Republic of El Salvador
created in 1983, gives life to an exclusive party system and do not guarantee
the participation of civil society, for which there is a need to generate
electoral reforms to democratize the electoral political system.
This article
presents a
review of the constitution of the
political party system since the
military dictatorship to electoral reforms passed
by the Constitutional Chamber in
the course of 2010 and tends to change the system of political parties.
References taken into consideration in the preparation of this work have to base the approach of specialists in electoral politics and electoral legal regulations, such as
the Electoral Code.
Keywords: political parties, party system, legal framework, electoral reforms.
CONTEXTO HISTORICO
Los
partidos políticos se convierten en actores claves dentro de los sistemas
políticos. Los sistemas de partidos políticos afectan las democracias desde el
momento de su formación, al representar intereses que se ponen de manifiesto en
la implementación de políticas públicas, estos afectan la democracia, al
establecer las reglas electorales que cierran las posibilidades al votante de
tener una variedad de opciones que expresen sus preferencias.
La
evolución histórica de la legislación
sobre partidos políticos en El Salvador se encuentra estrechamente
vinculada a su especificidad política, la Legislación, como un integrante del
derecho, en tanto sistema normativo creado por el Estado, es reactiva, y en consecuencia
tiene un retraso importante respecto a los fenómenos que acontecen en una
realidad normada.
Esa
realidad ha sido caracterizada por un esquema de hegemonía y dominación de los
sectores que representan los grupos de poder económico, los que al sufrir
cambios políticos tanto a nivel nacional como internacional han repercutido en
los institutos políticos. Es importante apuntar que a partir de los cambios
ocurridos en muchos países, que vieron
construir el socialismo durante el siglo XX, principalmente con el triunfo de
la revolución Rusa, China, Cuba, los
procesos electorales dejaron de ser una opción viable para ostentar el poder
político, el país se encaminó en la ruta de las dictaduras militares que
prevalecieron durante sesenta años. El golpe de Estado de 1931, propició la
instauración del general Maximiliano Hernández Martínez, y el comienzo de una
etapa represiva en contra de los líderes y bases del Partido Comunista
Salvadoreño, en su mayoría conformado por campesinos y grupos indígenas, culminando
con el asesinato de más de treinta mil campesinos en 1932.
Las
circunstancias económicas y políticas con respecto a los Partidos Comunistas
fundamentadas en el desarrollo industrial del capitalismo, generaban las
condiciones para su fortalecimiento y la consolidación de los procesos revolucionarios.
En el caso de El Salvador, la economía siempre se cimentó en la producción
agrícola y eso explica por ejemplo, porque a diferencia de otros partidos
comunista el salvadoreño tenía sus bases principales de su actuación política
concentrada en el campo antes que en la ciudad.
“Cuando
se comienza a diversificar la producción industrial y se implementa el modelo
de sustitución de importaciones, obliga a la clase oligárquica a establecer cambios en las estructuras
políticas, por el avance de la izquierda al encontrar nuevos escenarios en las fábricas y el surgimiento de
nuevos sujetos como son los sindicatos”. (Rafael, 2006)
El
rol político de los sindicatos obligó a los gobiernos dictatoriales a
establecer nuevos mecanismos de control político, pasando a conformar una
dictadura militar orgánica, que con el devenir de los años se apadrinó de los
partidos políticos para mantener el control represivo del Estado. En este
escenario la oligarquía terrateniente configura un sistema electoral
susceptible de controlar en caso de emergencias, la Asamblea Legislativa era
controlada por un solo partido político, no existiendo representación
proporcional, y la institucionalidad militar era puesta en función de la preservación
del sistema.
La década de los años sesenta comienza con un golpe militar,
impulsado por una junta civico militar,
derrocando al coronel Jose Maria Lemus, situacion que conduce a reformas
politicas que permitieron drenar la
posibilidad para la incorporacion de nuevos institutos politicos en la Asamblea
Legislativa, como el Partido Democrata Cristiano (PDC) en los años 50s, y que
producto de sus pugnas internas, y la renuncia de miembros fundadores, dan paso
a uno de los partidos politicos que marcarán en la historia de la politica
salvadoreña, es el Partido de Conciliacion Nacional (PCN), como una de las mas
criticadas y nefastas formas de conservar el poder politico por medio del
acompañamieto de los militares en la sucesion del poder del Estado en la decada
de los años 60s y 70s, profundizando la represion contra lideres politicos,
sindicales y cerrando los espacions democraticos y que marcarian la
profundizacion de la lucha social y la creacion de un ejercito guerrillero que
se convirtio en la vanguardia de la lucha revolucionaria.
En los años 70s, se generó en el país una situacion de
intensa conflictividad social y politica, vinculada no solo con el
empeoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares, si no, la
exclusion politica de la que hicieron gala los gobiernos del coronel Arturo
Molina y el general Carlos Humberto Romero. Estos militares llegaron al
ejecutivo tras fraudes electorales en 1972 y 1977 respectivamente.
Este escenario no resultó ser prometedor para las distintas fuerzas
politicas durante la decada de los 70s, inclusive dentro de las filas castrenses muchos militares se
inclinaron por la via militar como factor de cambios y otro sector radical opto
por la institucionalizacion, lo que condujo a u golpe militar en 1979 y la
instauracion de un grupo de oficiales jovenes y civiles en la junta
revolucionaria de gobierno, lo que condujo a una finalizacion de las dictaduras
de caracter organico.
Con el desarrollo de la guerra civil en la decada de los 80s,
en El Salvador se produce un cambio en el sistema politico salvadoreño con la
entrada en vigencia de una nueva constitucion en 1983, en la cual se legitíma
el monopolio de los partidos politicos, “como mecanismo de representacion del
pueblo en el gobierno”, creando la ley electoral y el Consejo Central de
Elecciones, integrado por los partidos politicos y encargado de administrar y vigilar los
procesos electorales. Situacion que
permitio por mas de 20 años a la derecha en el poder, construir una
maquinaria que le permitiera mantener la continuidad tanto en el organo ejecutivo y legislativo.
La finalizacion del conflicto armado propicio cambios en materia electoral, que permitieron
la participacion del Frente Farabundo Marti para la Liberacion Nacional (FMLN),
como Instituto Politico, la conformacion del Tribunal Supremo Electoral (TSE),
el derecho de vigilancia de los partidos politicos sobre todo el proceso electoral.
Durante el desarrollo histórico de la sociedad
salvadoreña principalmente desde la firma de los Acuerdos de Paz, se han
suscitado reformas en los procesos
electorales, lo cual implico para las fuerzas políticas una ratificación de las
elecciones como el único instrumento
válido para conquistar o retener el poder político gubernamental, mientras que para el resto de
las fuerzas sociales activas, las elecciones se
perfilan como el escenario exclusivo a fin de legitimación ciudadana.
En 1994 se
realizaron las primeras elecciones de transición en el trascendental contexto en el que
estas se llevaron a cabo, como también sus implicaciones en términos de
apertura de sistema político que establecía la participación del ejército guerrillero convertido en una
institución política que comenzaría en
un proceso de acumulación, producto de
los procesos electorales, que se
materializa en el triunfo de las elecciones presidenciales en marzo del
2011.
Las contiendas electorales de 1994, 1997 y la actual coyuntura del 2011, son el mejor escenario para observar la
escasa institucionalidad de sus espacios
de decisión y órganos de resolución del antagonismo intrapartidario, lo que
significa que en la práctica
no ha existido una democracia representativa ni participativa, la
ciudadanía únicamente participa en ejercer el sufragio durante los procesos
electorales.
Este orden constitucional en El Salvador sigue
siendo un reflejo de la falta de participación democrática del pueblo. La
Constitución Política de 1983, vigente hasta el momento con algunas reformas, impulsadas
por la clase dominante en plena Guerra Civil
(1981-1992), cuando no existía ningún tipo de garantía o derechos democráticos,
sigue considerando a los partidos como la única forma de participación política
representativa de los ciudadanos aun cuando el código electoral otorga un mayor
nivel de participación a la sociedad
civil en las elecciones referentes a diputados.
“Es
importante señalar que conforme al artículo 85 de la constitución, los partidos
políticos son el único instrumento para la representación del pueblo dentro del
gobierno, refiriéndose a las estructuras del Estado en las que haya posibilidad
de ejercer alguna forma de representación. Más sin embargo el código electoral
carece de una definición conceptual, ya que considera a los partidos políticos
como asociaciones que compiten por cargos públicos de elección popular. Así es
importante citar que según lo estipulado en la normativa reconoce que la
sociedad civil puede participar como candidatos independientes en cargos a la
Asamblea Legislativa, contribuyendo al
fomento de prácticas que estimulen la participación democrática en los procesos
de elección popular, no así en las
elecciones para presidente y vicepresidente donde la Constitución establece la
estrechez de la participación”. (Codigo Electoral)
“En
este escenario, la intermediación de los partidos políticos tradicionales, se
ha desnaturalizado y está comprometida. Cada vez más los partidos políticos son
vistos por la población como obstáculos
que se interponen entre el Estado y la sociedad, antes que como puentes que los
ponen en contacto con las instituciones. Crece más la sensación de que la única
preocupación de los partidos tradicionales son las cuotas de poder, antes que
pensar en las necesidades y el bienestar del pueblo, como si toda la atención
estuviera en cómo llegar al poder, antes que preguntarse para que”. (Oscar, 2010)
En
consecuencia, la sociedad se aleja de los partidos y busca de distintas
maneras, como tener la atención del Estado. Los partidos tradicionales ponen
candados en las puertas del sistema electoral y se autoproclaman como una clase
diferente. Una clase política que no tiene objetivo más que su propio
poder y enriquecimiento personal de sus
cúpulas, lo que no hace posible la construcción de una democracia que tenga
carácter participativo, reduciendo a la población al simple papel de votantes.
Hoy
en día la representación de los partidos políticos se encuentra ampliamente
debilitada y cuestionada ante la opinión pública, las encuestas de prestigiosos
centros de estudio demuestran la pérdida de confianza, posicionando a la
Iglesia y otras organizaciones sociales con mayores niveles de confiabilidad y
transparencia. Muchos de estos se convirtieron en empresas mercantiles y han
dejado de hacer política, dedicándose exclusivamente a la actividad electoral,
que es en todo caso una actividad empresarial. Esto vuelve negativa la famosa
democracia representativa que ofertan los partidos y en consecuencia vuelve
necesario la construcción de un poder político que conduzca a democratizar la
democracia, se trata de construir la democracia participativa, se trata de la
participación del pueblo en la toma de decisiones en todos aquellos aspectos
que afecten su vida.
El
sistema de partidos políticos salvadoreño
se convirtió en una deuda para la
construcción de la democracia contemplada en los acuerdos de Paz de 1992, la corrupción y la forma de
ejercer la política terminan siempre favoreciendo a los grupos de poder, en
detrimento de las grandes mayorías y como señala, Alain Touraine la corrupción
más peligrosa para la democracia es la que ha permitido a los partidos
políticos tradicionales acumular
recursos tan considerables y tan independiente de la contribución de sus miembros, que les permite elegir a los
candidatos a las elecciones y asegurar el éxito, de cierto número de ellos,
riéndose de este modo del principio de libre elección de los dirigentes por los
elegidos.
Es
importante considerar que después de finalizada la guerra y bajo el
cumplimiento de los acuerdos de Paz, se han venido celebrando regularmente
elecciones, teniendo como resultado
gobiernos civiles, producto de procesos electorales que todavía resultan
cuestionados por el papel de los partidos, al seguir teniendo dificultades para alcanzar
grados aceptables de legitimidad, que les permita desarrollarse como
instrumentos de representación del pueblo.
Esta realidad pone evidencia, la crisis que viven
tanto los partidos de izquierda como los de derecha, ya que fueron convertidos en instrumentos para
defender intereses particulares y no nacionales. En el caso de ARENA siempre ha
representado los intereses de sectores empresariales que han tenido el control
del Estado, desapareciéndolo en sus
funciones fundamentales de proveer la seguridad social al pueblo salvadoreño.
Otra muestra de esta debilidad institucional de nuestro sistema de
partidos es la ausencia de nuevos liderazgos. A comienzos de la segunda década
del Siglo XXI, los principales referentes de la política partidaria siguen
siendo los mismos que en la década de los noventa. La lista de los actuales
secretarios generales sigue siendo una copia fiel de los liderazgos políticos
de 20 años atrás. Parece increíble, pero en el transcurso de dos décadas los
partidos políticos no han sido capaces de formar nuevos liderazgos, frescos,
modernos, innovadores, adaptados a los tiempos actuales. No importa si nos caen
bien o no, ni si compartimos su ideología o su forma de hacer política. Lo
cierto es que, es hora de renovar la política y dejar que las nuevas
generaciones vayan ganando la experiencia debida.
Es claro que mientras los partidos políticos no se
democraticen, seguirán teniendo una deuda pendiente con la sociedad, y
continuarán formando parte de las instituciones peor valoradas por el pueblo
salvadoreño.
Contexto Jurídico
El
escenario para el desarrollo de reformas electorales serias en el país ha
estado condicionado por los partidos políticos y la obediencia de la Corte
Suprema de Justicia con el Órgano
Ejecutivo. Cualquier recurso de
inconstitucionalidad interpuesto ante la Sala de lo Constitucional referido al
sistema electoral no era resuelto por
que afectaba los intereses de las cúpulas de los partidos políticos y muchas de
las reformas que fueron contempladas en los Acuerdos de Paz, como el voto
residencial y el voto de los salvadoreños en el exterior todavía no se efectúan
en su totalidad.
Los
temas electorales siempre fueron evadidos, la Corte siempre ha estado en manos
de la derecha, al punto de acumular una
mora judicial, que provoca retardación de justicia para los salvadoreños que
han interpuestos sus demandas, viendo pasar el tiempo sin una resolución
favorable por la corrupción imperante en la Administración de Justicia. Históricamente
ha existido una tradición del presidencialismo exacerbado respecto al efecto
cascada de todas las órdenes del presidente de la república, que han pasado por
la Asamblea Legislativa y que terminan en el Órgano Judicial.
Algo
está claro, es necesario considerar que
la corrupción es uno de los flagelos más
conocidos por los ciudadanos, que se
convierte en uno de los problemas fundamentales de América Latina,
actualmente en El Salvador es posible
conocer mucho más de lo que antes era permitido por las instituciones del
Estado.
La
corrupción no es una práctica que se desarrolle únicamente en un periodo
determinado, sino que está presente en las distintas etapas de evolución del
Estado Salvadoreño. Sin embargo, sus manifestaciones y reacciones pueden ser
más viables en periodos de transformación social, en la cual se produce una
reestructuración de todo el sistema político y social, así como también de
nuevas normativas que regulan el actuar de los funcionarios públicos.
En
el ámbito judicial, la corrupción se muestra como producto de la herencia de
prácticas corruptas realizadas en otros ámbitos como el político y el
económico. Los fraudes electorales, el soborno como practica de empresa o como
forma de acceder a los contratos del gobierno, y otras conductas contrarias a
la ética, han sido comportamientos comunes. El sistema Judicial no ha sido
ajeno a estas prácticas y la existencia de la corrupción en sus usuarios ha
aumentado en la medida que sus problemas crecen y no son resueltos en forma
clara generando una retardación de justicia en
decisiones que son trascendentales para
la democratización del país.
Con
la firma de los acuerdos de paz, El Salvador comenzó un nuevo periodo que particularmente es importante para el
sistema judicial, pues se le comienza a dar mayor importancia a la justicia,
los espacios democráticos permitieron el surgimiento de movimientos de la
sociedad civil como El instituto de Derechos humanos de la Universidad
Centroamericana (UCA), que desde la guerra acumularon mucha experiencia y
práctica sobre las debilidades del sector judicial y constantemente han denunciado
la corrupción en dicho órgano y la retardación de justicia que se manifiesta en
la mora judicial de muchos años.
Durante
el periodo de posguerra el acceso a la justicia y al debido proceso han sido
preocupaciones más no realidades, se comenzaron a generar reformas
constitucionales que acercaron los
operadores de justicia a los usuarios, se generó una etapa de información sobre
las nuevas normas y procedimientos para la obtención de justicia.
Las
organizaciones y las universidades son
determinantes en este proceso, sin embargo, los problemas del sistema judicial
siguen siendo los mismos por la falta de confianza de los ciudadanos en los
funcionarios públicos especialmente de aquellos encargados del procesamiento y
resolución de casos en el sistema judicial salvadoreño.
Un
hecho relevante se registra el 16 de junio del 2009, cuando se eligen los magistrados de la Sala de lo
Constitucional, encargada de los hábeas
corpus, es decir, cuando hay una detención ilegal para un ciudadano; también el
amparo que viola derechos constitucionales, a si como los recursos de inconstitucionalidad. La
elección de estos magistrados modificó el funcionamiento de la Sala de lo
Constitucional, su presidente argumentó que asumían el compromiso de hacer
valer la constitución y el Estado de Derecho, por lo que haciendo factura del
pasado y del presente comenzaron ha
operativizar la mora judicial que en el pasado los magistrados vinculados a la
clase política de derecha y empresarial
no resolvieron por afectar sus intereses.
Los
magistrados encontraron una mora judicial
que contenían demandas de inconstitucionalidad, recursos y Habeas Corpus
que al ser estudiados conforme a derecho causarían graves problemas para los
que mueven los hilos del poder a su conveniencia y esto sucedió, se comenzaron a emitir
sentencias anulando leyes inconstitucionales que cualquier ciudadano y
funcionario público están obligados a catar ya que la corte suprema de justicia
a través de la sala es el único tribunal competente para declarar la inconstitucionalidad
de las leyes, decretos y reglamentos de forma y contenido de un modo general y
obligatorio.
Es
conveniente destacar el papel que le corresponde jugar a un tribunal institucional
en países como los nuestros, donde la
tradición ha sido legislar a favor de los grupos de poder económico y de los
partidos políticos, donde sus
cúpulas encontraron una forma de
vivir de la política, convirtiendo sus partidos en empresas, las decisiones del
ejecutivo tenían un efecto cascada que terminaban en el Órgano Judicial, lo
cual evidencia una clara violación al estado de derecho y un claro atraso de
las competencias constitucionales de
cada uno de los órganos del Estado.
Reformas Electorales
Al
amanecer del siglo XXI, muchos países de América Latina propiciaron cambios
importantes en materia electoral, como el voto residencial, la tecnificación de
los procesos de votación, el conteo de votos, candidaturas independientes, lo
que encaminó a la democratización y mayor participación de la sociedad civil.
El
Salvador es uno de los países más cuestionados por organismos electorales
internacionales, aun por la misma Organización de Estados Americanos (OEA), de
contar con un sistema electoral antidemocrático, por el manejo que hacen los
partidos políticos, al tener el control del máximo organismo que administra los
procesos electorales, es el caso del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
En
este sentido la democracia participativa
sigue siendo una utopía para el pueblo
salvadoreño y esta pierde vitalidad cuando se trata de mejorar las condiciones de vida de
la población. Por eso a la sociedad salvadoreña se le plantea la tarea de avanzar hacia una
Democracia de Ciudadanía. Lo anterior consiste en organizar a la sociedad para
asegurar y expandir sus derechos. Es necesario, para ello, una democraticidad
del Estado: esto es el grado en que el Estado ha organizado las relaciones
sociales.
No
puede haber democratización política por ejemplo; cuando los funcionarios
públicos de alto rango se eligen en función de los intereses partidarios,
llámense Corte de Cuentas, Fiscalía General de la República, Procuraduría
General de la República, y sobre el papel de la Asamblea Legislativa que a
través de las componendas entre los partidos de derecha han conducido al país a
un retroceso en materia política, quedándose estancados y proclives a la
corrupción , tráfico de poder, de influencias
y al chantaje.
El
país atraviesa un momento bastante
difícil, con una serie de fisuras que reflejan un alto grado de conflictividad
social, política y la necesidad de generar reformas en el sistema electoral que
amplíen los espacios de participación a la sociedad civil y se recupere la
confianza perdida en los partidos políticos. En este contexto es importante
reflexionar sobre el comportamiento que ha tenido el país y la
configuración de la transición que hoy
vivimos desde sus dimensiones económicas políticas y sociales.
Por
ejemplo la poca eficacia de nuestra
Democracia Electoral para resolver los problemas de la pobreza, delincuencia, el desempleo, se debe, a la disfuncionalidad de las Instituciones. La que
es causada por los condicionamientos que
la plutocracia ejerce sobre el régimen político, principalmente millonarios y
financieros. Opinión generalizada es que la estatalidad latinoamericana no
garantiza calidad institucional. Por lo que hay poca democraticidad del Estado,
propiciando niveles de
desciudadanización que se reflejan en la poca participación de la sociedad
civil en la toma de decisiones.
La
necesidad de propiciar reformas electorales surge a partir de la poca
viabilidad del sistema político electoral y la concentración del poder en la
cúpula de los partidos políticos que se convirtieron en empresas
representativas de los intereses de grupos minoritarios en detrimento de
quienes con la emisión del sufragio les conceden niveles de representatividad en los órganos
del Estado y las Alcaldías Municipales.
Las
reformas que comenzaron a gestarse a
finales de la primera década del presente siglo, han intensificado la
confrontación de parte de los partidos políticos y el ejecutivo, con la Sala de
lo Constitucional, en la medida que se
acercan nuevos eventos electorales, por todo lo que implica competir
electoralmente, ya que los cambios se orientan a provocar una profunda reforma
electoral que lleva como principal protagonista al ciudadano.
Es
importante recordar un elemento que durante mucho tiempo obstaculizo las
resoluciones en materia electoral y que generó una mora judicial considerable,
fue el compromiso que los magistrados siempre tuvieron con los partidos
políticos, los grupos de poder económico
y el gobierno, es por eso que con los cambios en la Corte Suprema de Justicia,
se comenzó a gestar una nueva forma de administrar justicia para los salvadoreños, cumpliendo el papel no solo en los
actos de administración pública, sino también de la constitucionalidad de las
leyes que aprueba la Asamblea Legislativa y reglamentos del ejecutivo.
Los
países que han alcanzado mayor desarrollo democrático en algún momento, han
pasado por lo que El Salvador esta transitando principalmente cuando se trata
de un tribunal constitucional que ha decidido actuar de manera independiente.
En este caso las resoluciones emanadas por
el tribunal constitucional desde el
2009, están suficientemente motivadas
para pensar que se trata de una reforma electoral que tiene como punto de partida las candidaturas no
partidarias, potenciando los derechos electorales.
El
29 de julio del 2010, la Sala de lo Constitucional declaró ilegales los
artículos 211, 215, 216, 218, 239,250, inciso 10 y 262 inciso 60
del Código Electoral, con lo cual se dio espacio a las candidaturas independientes
no partidarias, y donde los cimientos del poder político se vieron desafiados
por primera vez.
Según
la Corte Suprema de Justicia, las pretensiones con las
candidaturas independientes es abrir nuevos espacios democráticos para el
surgimiento de nuevas fuerzas sociales y políticas en el contexto de la política salvadoreña, contribuyendo ampliar la participación no solo para los grupos que cuentan con los recursos
necesarios, sino también a la ciudadanía
salvadoreña, para que pueda optar por
los candidatos que más le simpaticen y
no necesariamente por un partido político.
Este
decreto por sus implicaciones pone en juego la continuidad de las cúpulas de los partidos políticos, acostumbrados a
vivir de la política, al establecer
nuevas reglas del juego en los procesos de elección popular, y que obliga a que
los salvadoreños elijan por personas y no por banderas. Esto viene a
romper con las tradiciones, las costumbres bajo las cuales se han amparado
políticos con más de 20 años de vida legislativa.
El
29 de abril de 2011, la Sala declara inconstitucional el artículo 1 del decreto
5086, con el cual los partidos Demócrata Cristiano (PDC) y el Partido de Conciliación Nacional
(PCN) revivieron a la vida política después de desaparecer producto de no haber
alcanzado el 3% de los votos validos a nivel nacional como lo establece el Código
Electoral. La resolución está basada en las elecciones del 2004, los partidos, PDC y PCN, con más de 50 años de existencia, no
lograron los votos que la ley electoral les exigía, el primero participó en coalición con Cambio Democrático
y necesitaban el 6% y solo obtuvo el 3.9% y el segundo alcanzó 2.71% de los
votos validos, ambos fueron víctimas de una creciente polarización tendiente a
un bipartidismo, ni uno de estos partidos obtuvo como mínimo el 3% de los votos
validos que prescribe el Código Electoral como condición para mantener su legalidad.
Estos
tres partidos políticos amparados en una falsa interpretación del artículo 85
de la Constitución que establece que el sistema político es pluripartidista,
aprobaron en la Asamblea Legislativa un decreto de salvataje que les permitía
mantenerse con vida, aun cuando la ley electoral no prohibía el nacimiento ni
la existencia de nuevos partidos políticos.
Junto
a esta resolución se dio también la invalidación de la elección por parte de la Asamblea Legislativa de dos magistrados del Tribunal Supremo Electoral, precisamente,
su adscripción partidaria a los partidos desaparecidos, es el origen de la
declaración de nulidad, como lo señalaron los magistrados, la Asamblea
Legislativa nombro a dos magistrados ante el TSE, representantes de dos partidos
políticos que no habían participado en las últimas elecciones del 2009, lo cual
contradice la constitución en su
artículos 208, que establece que el TSE, estará formado por cinco magistrados
propietarios e igual número de suplentes. Tres de ellos serán electos de cada una de las ternas propuestas por los
partidos que hayan obtenido mayor número de votos en la última elección
presidencial, y los restantes de ternas propuestas por la Corte Suprema de
Justicia. En el caso de las elecciones del 2009 solo participaron el FMLN y
ARENA.
Muchas de estas sentencias rompen la tendencia de la cúpula de la
justicia salvadoreña que durante la historia
han estado al servicio de
partidos políticos y grupos económicos poderosos. Mientras
la totalidad de las organizaciones de la sociedad civil, observadores
políticos y legales de todo tipo han visto con beneplácito las resoluciones y
las ven como una muestra de independencia tan novedosa como necesaria en el
país.
Otro punto en discusión es la
inconstitucionalidad del sistema de cocientes y residuos para la elección de
diputados a la Asamblea Legislativa, del
cual se han valido los partidos pequeños de derecha para tener un número
considerable de diputados con pocos votos y que no son representativos de una
votación popular.
Estas resoluciones dadas por los
cuatro magistrados se emitieron con independencia del poder político,
generalmente afincado en casa presidencial en
las administraciones anteriores, en su defecto era el presidente de la República en turno el
que dirigía los hilos de la Corte Suprema de Justicia, lo cual no abonaba a la consolidación del proceso
democrático.
En las administraciones de gobierno del partido ARENA los magistrados estuvieron sometidos a un
solo criterio y a un solo mando, no se generaba contradicciones y lo
consideraban como la mejor forma de gobernar al estilo de las tiranías.
Reformas a Ley Orgánica Judicial
(Decreto 743)
Las resoluciones de la Sala de lo
Constitucional fueron avaladas por una cantidad de organizaciones sociales,
políticas, y profesionales como aportes trascendentales en la democratización
del país y que vienen a devolver la imagen deteriorada que a nivel nacional e internacional tiene el máximo tribunal de Justicia.
Los
fallos emitidos por el máximo organismo constitucional, en materia electoral
provocaron una reacción inmediata por
parte de las cúpulas de los partidos políticos que ven como se reduce la
posibilidad de continuar enriqueciéndose de la política y de mantener el
control absoluto de los poderes del Estado.
“La Sala de lo Constitucional, al sentenciar políticamente, es decir,
basándose en la política de la Constitución, libera el hacer estatal del
control partidario y, fundamentalmente, rescata la política del secuestro
partidario y la pone en manos de la ciudadanía como un instrumento de lucha por
la democracia. Al mismo tiempo, determina que los ciudadanos están por encima
de los partidos políticos. Aquí estamos ante un rompimiento con un antiguo
orden, que establecía el predominio partidario sobre la voluntad ciudadana, y
esto significa un golpe al régimen burocrático de partidos que se estableció
constitucionalmente desde 1983”. (Dagoberto,
2010)
El Decreto743 que reforma la Ley Orgánica Judicial, aprobado el dos de
junio de 2011, por la derecha, ARENA, PCN, GANA, Y EL PDC, establece que los fallos en materia constitucional deben contar con la unanimidad de sus
magistrados (5 votos), esto contrapone a lo establecido de cómo
tradicionalmente ha funcionado, se
tomaban resoluciones con cuatro de sus miembros y que coincidentemente en todos los fallos se abstenía uno, que
claramente es el representante de ARENA
y que con dicho decreto se le faculta para vetar cualquier decisión de la sala.
El presidente Funes con sancionar el decreto ratifico el pacto con la
derecha, con los empresarios, y propició
un duro golpe a la incipiente democracia,
que significa un retroceso ya que se
convertía en el avance más significativo después de la firma de los acuerdos de
paz.
Es notable que la institucionalidad del país se ponga en discusión, lo cual impide
que el estado de derecho no prevalezca. La participación de la sociedad civil
debe jugar un papel fundamental por la defensa de los espacios conquistados
que le costaron muchas vidas durante la guerra civil, 75 mil muertos y más de
100 mil desaparecidos. La aprobación del 743,
fue una clara intromisión en la independencia del órgano judicial,
generando una reacción de los sectores jurídicos, políticos y sociales, que
comenzaron una movilización por la defensa de la constitución y un claro
rechazo a la clase política que se vieron obligados a derogar dicho decreto
legislativo, aprobado de forma inconstitucional.
Es evidente,
la forma de como se viene planteando en forma sistemática la reforma
electoral, como expresión determinante de la reforma política, ambas tan
necesarias en este momento de la evolución democrática representativa o liberal
como también se le llama, esto es indispensable para garantizar la salud
integral del sistema, sin necesidad de que haya presiones de ninguna índole,
aunque sean presiones legítimas e institucionales. Se refleja la impresión de
que las fuerzas partidarias van generando movimientos no en función del
proceso, sino de sus propios intereses.
“Lo
antes citado no debe extrañar a nadie puesto que los partidos tienen intereses,
legítimos en muchos casos y en otros
mezquinos, incluso personales, por tanto, no van a realizar una reforma electoral
que les afecte, es incoherente pensarlo, no hay ninguna lógica, lo que sí es
importante decir, es que los partidos que tienen la potestad legal de
viabilizar las reformas deben hacerlo
pensando en los intereses populares y en crear condiciones para avanzar
en la democracia participativa y no en perfeccionar la democracia
representativa liberal y burguesa que muchos pregonan, porque también tienen
intereses de ser diputados o diputadas, esto no es malo, pero es un error
pensar que las candidaturas no
partidarias resolverán el tipo de democracia burguesa que vivimos los y las
salvadoreños y salvadoreñas”. (Nelson, 2010)
Es
conveniente estructurar una estrategia de transformación electoral y política
de manera concertada, consensuada y consistente, que abarque temas como la ley
de partidos políticos, el tránsito de las circunscripciones departamentales a
las circunscripciones distritales y el desmontaje del dominio de los partidos
sobre los organismos electorales, la fiscalización del financiamiento de las
campañas políticas electorales, la creación de consejos municipales plurales,
el voto residencial, el voto de los salvadoreños en el exterior etc.
Pero precisamente por romper con el sistema de poder, la derecha legislativa en complicidad del presidente Funes le propician al país un escenario que podría generar ingobernabilidad por la
falta de independencia de los órganos
del Estado en la toma de decisiones trascendentales.
El hecho es que los partidos políticos son
instrumentos que están al servicio de la representatividad; y cuando las
cúpulas se vuelven empresariales dejan de estar al servicio de la
representatividad, dejando de ser instrumentos para transformarse en fines. Es
aquí donde aparece la necesidad de que el pueblo pase de ser actor a ser sujeto
político, esto quiere decir que se deje de hacer solamente la política
electoral; el ejercicio de emitir el sufragio nos vuelve actores, ejecutando un
papel previamente asignado, y la clave es pasar a ser sujeto político, aquí se
habla ya de un ser humano enfrentando a una realidad y dispuesto a la
construcción de una nueva realidad alternativa.
Este es el proceso de
subjetividad, entonces el sujeto político pasa a ser el pueblo, pasa a ser la
gente, organizada en movimientos sociales, el cual puede ser movimiento
político en la medida que se plantea como fin capturar el poder político; y
este movimiento tiene una serie de características, se levanta en el Estado
frente al Estado, como fuerza política y avanza hacia el planteamiento de un
poder político, distinto a lo que está planteado ahora.
Bibliografía
Dagoberto, Gutierrez. http://www.lahaine.org/index.php?p=54934. 7
de Julio de 2010. 15 de julio de 2010.
Electoral, Tribunal Supremo. «Codigo Electoral.» TSE. Codigo Electoral.
s.f.
Nelson, Quintanilla. «Veto a la Candidaturas no Partidarias .» 27 de Marzo
de 2010.
Oscar, Fernandez A. http://archivo.contrapunto.com.sv/index.php?option=com_content&task=view&id=767.
10 de Mayo de 2010.
Rafael, Urquilla Carlos. http://pdba.georgetown.edu/Parties/ElSalvador/Leyes/regulacionjuridica.pdf.
25 de Marzo de 2010.
No hay comentarios:
Publicar un comentario