LAS MOVILIZACIONES SOCIALES EN GUATEMALA
Rudis
Yilmar Flores Hernández
Profesor
Investigador de la Universidad de El
Salvador
ryflores.ues@gmail.com
Muchos medios de comunicación en los últimos días a
partir de las movilizaciones en Guatemala comenzaron a conceptualizar, y a
comparar con la primavera árabe y con los movimientos indignados en Europa y
Norte América sin hacer los análisis correspondientes de las causas que
provocan el malestar social en amplios sectores de la sociedad.
Es necesario puntualizar algunos elementos que
permitan diferenciar realidades que se contraponen y que difícilmente tendrán
resultados que abonen a los procesos de democratización y a la construcción de proyectos políticos viables
que resuelvan la brecha entre ricos y pobres establecida con la puesta en
marcha del neoliberalismo y las políticas emanadas de EE.UU a través de las
recetas del Consenso de Washington
En los últimos años asistimos a una profunda crisis
económica de muchos países de Europa que dada su condición periférica fueron
sometidos a políticas de endeudamiento por los organismos financieros
internacionales provocando la incapacidad del Estado en atender los problemas
sociales, en proporcionar los servicios públicos, causando empobrecimiento en
amplios sectores de la clase media y privando a los jóvenes de la educación y
de las posibilidades de tener acceso a un empleo digno. Grecia, España y
Portugal son parte de esa tragedia que se vio expresada en multitudinarias
manifestaciones de los sectores más golpeados por la aplicación de medidas
neoliberales como los procesos de privatización de las instituciones públicas.
Veamos algunos casos de amplias movilizaciones
sociales, en el caso de griegos, producto de la crisis, las plazas y las calles
se convirtieron en campos de batalla para los movimientos sociales y surgió
Siryza como frente en el año 2004, a partir de la coalición de varios grupos de
izquierda, ecologistas de izquierda, políticos independientes, partidarios del
socialismo democrático y convertido en
partido político en el 2012, para responder a la crisis y posicionándose como
la principal oposición entre el 2012 y el 2014. En las elecciones europeas del
2014 fue el partido más votado de todo el país, y en las elecciones
parlamentarias del 2015 estuvo a dos escaños de tener la mayoría absoluta.
El primer ministro Alexis Tsipras, tras recibir el
visto bueno del parlamento convoco a consulta popular tras las fracasadas negociaciones de la deuda
con los organismos financieros
internacionales como el Fondo Monetario Internacional, El Banco Central Europeo
y la Comisión Europea. El 5 de julio los griegos votaron por
el no a los recortes en pensiones
y servicios sociales. Votaron a favor
de lograr un acuerdo con Europa que pase por reestructurar la deuda y
pasar de los ajustes a los incentivos para la economía. El 61,5% del no
reclama una enmienda al discurso hegemónico en el continente y, con ello,
concede oxígeno a un discurso alternativo sobre el modelo de construcción
europea, del cual Tsipras es el único exponente entre los socios comunitarios.
En España el nuevo partido PODEMOS, constituye una mayor innovación política en
Europa y sus referentes los podemos
encontrar en el Foro Social Mundial, donde se retoman los esfuerzos de los gobiernos
progresistas de América Latina y la
dinámica de los movimientos sociales que llevaron a dichos gobiernos al poder
mediante las experiencias de democracia participativa, sobre todo a escala
local, en muchas ciudades latinoamericanas y a partir de la primavera árabe.
Cuatro meses después de su formación participo en las elecciones europeas en el
2014, obteniendo cinco escaños, siendo la sorpresa de los comicios, y en las
elecciones del 2015 lograron romper el bipartidismo entre el Partido Popular y
el Partido Socialista Español que en los últimos 40 años después de la
dictadura se alternaban el poder.
Podemos es el resultado de un aprendizaje, un nuevo
tipo de partido, un partido en movimiento que sabe canalizar las demandas de
los grandes sectores desposeídos, de las personas hartas de la política del PP
y del PSOE, así como de una cantidad de
ciudadanos que no se movilizan
políticamente, ni salen a las calles a manifestarse, pero simpatizan con el
activismo político.
Bajo esta realidad surgen interrogantes ¿será
posible una ola de podemos que se propague por otros países? Las condiciones
varían mucho de un país a otro. Podemos es la expresión de acercar la política
a los ciudadanos y demostrar que esta aproximación no se reduce a la
participación político electoral cada cuatro años y de políticos que aprenden a
vivir de la política. Los proyectos alternativos surgidos en países de América
del sur tienen a su base largos procesos de luchas revolucionarias y la
instauración por décadas de dictaduras militares y se distinguen por el
acercamiento de la política a las clases más desposeídas. Podemos constituye un
referente de como el voto de indignación se puede transformar en un voto
estratégico mediante un proceso de maduración que les permite ganar espacios y
restarle poder a los grupos hegemónicos.
Podríamos citar más ejemplos como el caso Yo Soy 132
en México, los Indignados de Tel Aviv que no lograron revertir la política
neoliberal y los Indignados de Wall Street; a diferencia de Podemos, estos
movimientos no lograron construir frentes amplios y en consecuencia se
debilitan ya que no es lo mismo la expresión ciudadana cuando sucede en el
marco de la creencia de una renovación gradual de la sociedad basada en la
tolerancia y la no violencia al margen de los procesos de institucionalización.
A quienes comparen estos movimientos con la realidad
que viven los países centroamericanos deben establecer los aspectos que causan el malestar social. En el segundo semestre del
2015 asistimos a una serie de movilizaciones que convulsionan la política
interna de países como Honduras, donde
casos de corrupción empañan la gestión del gobierno de derecha. En Guatemala
los mismos grupos de poder económico terminan purgándose y la crisis que hoy
enfrenta este país golpeado por la violencia, el narco tráfico y como detonante
la corrupción del gobierno de Otto Pérez y su Vicepresidenta Roxana Baldetti,
quienes enfrentan juicios acusados de pertenecer a una red de corrupción
conocida como la Línea, una estructura de defraudación que se manejaba a nivel
de las aduanas donde se beneficiaban monetariamente no terminará de ser un
espacio de transición de un grupo de poder a otro si perspectiva que las
demandas de la ciudadanía se vean cristalizadas en un proyecto que resuelva los
viejos y endémicos problemas del sistema capitalista.
Las manifestaciones de distintos sectores de la
sociedad y las presiones de Washington obligaron a renunciar al presidente Pérez después que
el Congreso le retirara la inmunidad para poder ser juzgado como un ciudadano
ordinario y fuera emitida una orden de captura en su contra.
Estos eventos que convocaron a diversos sectores
sociales entre ellos campesinos, indígenas, estudiantes y trabajadores que
constantemente marcharon en Guatemala pidiendo la renuncia del presidente no
logran dimensionar el manejo político que hacen los grupos de poder económico y
el manejo mediático de los medios de
comunicación, las demandas quedarán en un segundo plano, la corrupción seguirá
su curso con gobiernos de derecha, la renovación de la clase política seguirá
siendo una deuda pendiente mientras los movimientos sociales sigan asumiendo
una lucha coyuntural y no logren construir un proyecto político que les permita
ganar cuotas de poder político que abonen en las transformaciones sociales.
Las pasadas elecciones celebradas el 6 de septiembre
resultan ser un salto al vacío, los guatemaltecos votaron en la primera vuelta
electoral por Jimmy Morales sin saber sus vínculos con militares, un comediante
que poco o nada podría contribuir a sanear el sistema político de la corrupción,
posicionándolo en el primer lugar con el 23% de los votos por sobre Manuel Baldizon del partido LIDER y
a Sandra Torres del partido UNE.
Más allá de analizar los resultados electorales, no
se vislumbra en Guatemala la consolidación de un proyecto político capaz de
aglutinar a la mayor parte de los movimientos sociales. La izquierda después de finalizado el
conflicto armado no logro conducir los procesos de cambios al punto de
desaparecer como partido político surgido de los Acuerdos de Paz, no hay una
forma de canalizar la lucha social hacia un movimiento con capacidad de
encarnar institucionalidad y de convertirse en opción para el pueblo
guatemalteco.