viernes, 22 de mayo de 2015

El Salvador: San Romero de América, el Salvadoreño más Universal

Rudis Yilmar Flores Hernández
Sociólogo, Profesor de la Universidad de
El Salvador, San Miguel, C.A

El Salvador a igual que muchos países de américa  Latina  compartían características similares en la década de los 80s, todos vivían la represión de las dictaduras militares, los espacios de participación política se cerraron producto de los golpes de Estado generados por los militares quienes se traspasaban el poder de mano en mano. Es importante apuntalar que la sociedad Salvadoreña vivió en la década de los años 80 del siglo pasado, el inicio de una guerra civil marcada  por la falta de espacios democráticos que permitieran la participación directa de la población en la toma de decisiones, esta lucha dura doce años y culmina con los Acuerdos de Paz en 1992.
La historia de El Salvador desde   mediados del siglo XX, se manifiesta por un largo periodo de profundos conflictos políticos, económicos y sociales, que lo llevaron a la confrontación armada; por la falta de democracia y de espacios políticos que reflejaban la ausencia  de participación política de la sociedad civil.  Las dictaduras militares fueron durante muchos años la forma de gobierno impuesta bajo la represión. La lucha de los movimientos sociales obligó a los militares a generar cambios en las estructuras políticas, pasando a conformar una dictadura militar orgánica, vinculada a los partidos de derecha.
Bajo este panorama los escuadrones de la muerte comenzaron ejecutar el genocidio del pueblo salvadoreño, asesinando a campesinos, estudiantes, dirigentes sindicales, maestros, dirigentes políticos de izquierda  y sacerdotes como el padre Rutilio Grande que junto con dos acompañantes fueron asesinados un 12 de marzo de 1977 cuando se conducían al Paisnal en el departamento de Chalatenango.  El trabajo del sacerdote Rutilio Grande, se caracterizó por defender a los más desposeídos y denunciar los atropellos cometidos por las autoridades, desde su parroquia de Aguilares, en el departamento de San Salvador;  El padre Grande, creó las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), originando reacción adversa de parte de los terratenientes de la zona, que lo calificaron como un agitador comunista. El sacerdote Rutilio Grande, es considerado como el primer mártir de la Iglesia salvadoreña.
Oscar Arnulfo Romero un sacerdote conservador que en ciertas ocasiones fue criticado por sectores progresistas, lo consideraban como un arzobispo a fin a la oligarquía desde sus inicios en la pastoral desde 1944, por la forma de como desde un mensaje religioso entendía la realidad política y económica del país. El asesinato de su mejor amigo Rutilio Grande marca un antes y un después en la vida de Monseñor Romero;  al enterarse de los asesinatos, fue al templo en donde reposaban los tres cuerpos y celebró la misa. En la mañana del día siguiente, después de reunirse con los sacerdotes y consejeros, Romero anunció que no asistiría a ninguna ocasión o actividad gubernamental ni a ninguna junta con el presidente, siendo ambas actividades tradicionales del puesto, hasta que la muerte del sacerdote  se investigara.
Desde este momento se convirtió en un referente  a nivel nacional e internacional de lo que ocurría en El Salvador, denunciaba sistemáticamente al gobierno militar y la violación a los derechos humanos ejercida por el Estado y los grupos paramilitares, convirtiéndose en una de las voces más respetadas dentro de la iglesia católica  latinoamericana
  "Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión". (Homilía dominical, 23 de marzo de 1980)
El 24 de marzo de 1980 el defensor de los pobres, el que se convirtió en la vos de los sin vos,  mientras oficiaba una misa en la iglesia  Divina Providencia en la capital murió atravesado por una bala que destrozo su corazón. Desde sus homilías monseñor trato de inculcar a su pueblo la fe en Dios. “Dios es el Dios de Jesucristo. El dios de los cristianos no tiene que ser otro, es el Dios de Jesucristo, el del que se identificó con los pobres, el del que dio su vida por los demás, el Dios que mandó a su Hijo Jesucristo a tomar una preferencia sin ambigüedades por los pobres. Sin despreciar a los otros, los llamó a todos al campo de los pobres para poderse hacer iguales a él. Nadie está condenado en vida; sólo aquel que rechaza el llamamiento del Cristo pobre y humilde y prefiera más las idolatrías de su riqueza y de su poder” (Homilía 27-05-1979).
El vaticano y en especial el papa Francisco tras su llegada a Roma y después de 35 años del martirio de Romero  decidió convertirlo en beato por considerar que es un mártir de la iglesia universal y que sus victimarios actuaron “por odio a la fe”. Sin embargo estando tan claras las virtudes de monseñor surgen preguntas del porque la iglesia católica se negaba a beatificarlo, Paglia, presidente del Consejo Pontificio de la Familia y postulador de la causa de beatificación de Monseñor Romero,  acusó a la derecha salvadoreña y de la Iglesia de frenar el proceso del asesinato del prelado, estos enviaron una cantidad grande de cartas en las cuales pedían al vaticano no beatificar al mártir, responsabilidad que no quisieron asumir los dos antecesores del papa Francisco.
Hay que destacar que Romero desde su martirio se  convirtió en santo para los más pobres, durante los 35 años de su muerte siempre las comunidades, los estudiantes, los campesinos, las mujeres, los niños, los ancianos le recuerdan como el cura que dio su vida por un futuro mejor, por detener los atroces  crímenes perpetrados por los escuadrones de la muertes creados por el actor intelectual de su muerte el mayor Roberto dAbuisson.
El acto de beatificación está marcado por esa distancia entre la iglesia tradicional   y la iglesia comprometida, el acto no dejara de ser la parte  formal, donde estará la alta jerarquía de la Iglesia Católica y que tanto en el pasado conspiraron para asesinar a monseñor, que trataron de detener el proceso en el vaticano y que hoy en día le dan la espalda a los problemas que viven las grandes mayorías.

 Es importante señalar que se han desarrollado actividades como vigilias tanto de la parte oficial de la iglesia como de las Comunidades Eclesiales de Base surgidas durante el conflicto armado, los grandes medios de comunicación de derecha  venden la idea que Romero es mártir por amor, los más pobres lo recuerdan como el máximo defensor de sus intereses y que fue asesinado por odio a la fe.